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miércoles, 22 de enero de 2020

Inmensidad


Retumban acordes, uno y otro y otro.

Y caen lágrimas, una y otra y otra.

Y a veces la inmensidad se hace demasiado intensa.
Y aquí algo tiembla, y yo tirito de intensidad.

Nunca se desdibujó el horizonte, pero me empeñé en verlo siempre vacío. Y entonces, entre lo inmenso que es el mar y las olas, cambió la perspectiva. Y hay tanto miedo en tantos versos, tantas historias que nunca pensamos contar en estos cuerpos.

Yo quise correr, huir.
Esta vez algo me pidió que me quedara, a pesar del riesgo de permanecer demasiado tiempo en el mismo sitio, en el mismo cuerpo o en la misma cama. A pesar de ver pasar trenes o subirse, sin saber cuando va a ser el último.

Y solo a veces, hay un pequeño espacio y uno encuentra su lugar. Aunque no esté en ningún punto cardinal, ni en ningún punto geográfico concreto; simplemente sea el cobijo de unas costillas, el roce de una piel, o un amanecer.

Y por una vez lloré, temblé y me desvanecí; y esta vez no fue por miedo, fue por miedo y por amor.

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