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domingo, 28 de octubre de 2018

Loba y ángel caído.


Las voces confusas, la tos de un fumador empedernido nunca.
Línea de muro a ladrillos que separa la desgracia de la furia;
Llega el carraspeo leve de garganta, pero intensamente haciendo mella que atraganta.
Y una mueca, que se torna angustia y ansias, en un cuarto solitario en el terror.
A oscuras la penumbra, y en la calle noche oscura, y tenue;
Con el ser sangrante en lágrimas de esta alma demacrada.
Sequía interior, absorbida a carcajadas por un adversario menor.
Ojos quemados en lágrimas, puños de fuego y de rabia;
Rufián que reta y desafía al ángel caído directo a su infierno.
Un desgraciado sintiéndose lobo y siendo rebaño,
Creyendo que ataca a la oveja, sin saber de sus ojos de diablo.
Vistiéndose de valentía y reflejando la cobardía
De un ser inerte y sin alma
Que ataca, mata y se desvía
Pero regresa sin armas,
A una ventana desesperada
Con ansias de venganza y paz
Con ansias de echar la bazofia.
Que se acerque el corderito, que a escasos centímetros está el lobo del recinto.

martes, 9 de octubre de 2018

Arte alegórico.


Esculpo con tinta mis demonios, implícitos en la escultura masacrada de realidad intensa y fría. Contoneo de formas efímeras, sangrante y sin pausa el peligro de mi odio. Arte el desaliento, y condena del ser solitario que busca aire y encuentra combustible tóxico. Aspereza de una obra que nunca acaba, tragedia griega y sin pausa. En mi garganta canto griego quebradizo, anunciando la tragedia; no hay grito, solo el anuncio de aviso. Seguido el soliloquio sombrío de soledad, sinuoso y penetrante, asesino y perpetuante. Expectante al final trágico, como Baco a sus bacantes pretendo arrebatar la cabeza de ese hijo en mi conciencia como venganza abrasiva. Siempre se escucha el llanto del espectador herido, y el interludio interrumpe; y como en las Mil y una Noches la historia se repite.
La continuidad de una historia a puño y letra, a rodilla y reflexión. Narrativa de relato enmarcado, cual matrioska; Tantas piezas y tan poco encajado. Narrador omnisciente observando y relatando, capítulo de escena en el reflejo: ``Sentía en su nariz el frescor del cristal, sus ojos se perdían en su misma mirada. Estaba tan cerca del espejo que podía verse el alma y lloraba. “Lo siento”. Y de ahí al monólogo interior clavado, clavado en pecho y espalda, de un protagonista aislado con las siglas de escritor. Escribiendo siempre en solitario a lo Bukowski, encerrada a lo bohemio entre las cuatro paredes y decenas de ansiedades. Aislamiento de vicio, insomnio y necesidad. A escribir para sangrar y desangrarse. Búsqueda del verso libre y como resultado rima consonante de una vida asonante y esdrújula, siempre negativo. Con aliteración sonora de la S de soledad y la paradoja de un luchador sin lanza y solo en el ejército de una guerra a vida o muerte sin vencedor ni vencido. Refugio de la metáfora semejando en el arte una verdad sin belleza, como tinta impregnada en papel siendo historia, símil comparativo de la realidad que parece hipérbole pero no lo es. Alegoría.