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sábado, 28 de diciembre de 2019

Tiempo


Una vez más, giró la rueda pero no hay final;
caeremos en el límite…
y habrá vuelto a empezar.

Me concedió una tregua el tiempo, me acarició con tiento, avanzó lento. Me ha dado aire en el infierno; ahogó las llamas, me ha dado a catar el cielo.

El recorrido insaciable de la guerra de lo efímero; corazón al descubierto, ahora hay calma en el vacío.

Ha sido disparar e impactar, a pesar del retroceso o de mis heridas; apostar por el amor la cicatriz. Se perdieron cartuchos y balas, agotamos los intentos y aposté por mí.

Y escribí versos en madrugadas, porque la vida me llamaba; en mi cabeza había más polémica que en este universo de ideas enfrentadas. Aquí dentro se acababa el mundo, mientras ahí afuera había tormenta.

Apagué las luces de un teatro vacío, donde se representaba un final triste. Y colgué las alas en un precipicio y supieron volar y no caer. Y pude sentir el aire, después de sentir la asfixia; y pude ver las llamas desde arriba, todo ardiendo en carne viva.

Y he llorado de felicidad.

Y ahora sé lo que es luchar y ahora sé lo que es vencer.

martes, 19 de noviembre de 2019

Volver

Irse como quien reniega de lo inevitable,
y se fue.
Y yo volé,
escapando del destino.
Y volvió,
y yo me fui renegando del destino
y escapando de lo que el viento se llevó por el camino.

Como ángel tocado y hundido, caído;
ya no tengo cometido.
Ahora escribo olvidos y lo conjugo,
primera del singular,
poesía en prosa vacía, oscura y perdida;
el pasado ya no rima.

Se desvía la trayectoria,
se descarriló mi tren
y mi alma vaga sola en otras vías.
Viaje a la deriva,
historias sin salida.


Irse como quien huye de lo que se le viene encima
y se quedó.
Y yo me quedé,
aceptando mi destino;
pero nunca vino.
Y no me fui,
aunque todo era evitable si me marchaba.

Como alas de plomo y pies de sangre, condena;
ya tenía la perpetua.
Ahora borro los recuerdos porque solo hay verbos en singular,
narrativa con rimas vacías, oscuras y perdidas;
presente asonante.

Se tuerce el horizonte y se hunde el barco; mi alma anclado.
Polizón suicida sostenido por las olas;
viaje a la deriva,
historias sin salida.



Irse como quien ya no regresa, y se iría, pero volvería.

lunes, 26 de agosto de 2019

Realidad


Si decidiéramos levantar nuestras miradas, ¿cambiaría la perspectiva?

Si levantáramos la tierra de esas fosas de falacia, ¿se caerían nuestros velos de los ojos que no quieren ver?

Si hubiéramos escrito la historia de otra forma, ¿cuál sería nuestro final?

Si todo eso que oímos lo viéramos desde nuestra ventana, entre los escombros, en la calle, sintiendo la tierra en los pies, la sed, el hambre o el fuego; si fueran nuestros ojos y nuestra piel la que sintiera, entonces la realidad sería de todos y no para unos pocos.

Venimos efímeros como el tiempo, pasajeros, y arrasamos como el viento. Destruyendo con las manos y matando con pensamientos. Si escuchas lamentos es el destino, por todo lo que hemos hecho, lo que hemos consentido, lo que hemos ignorado. Ser humano que espera que otro recoja el cadáver de sus actos.

Malherida nuestra especie por la inmoralidad, con un mundo agonizando antes de la muerte. Nos hemos convertido en sicarios, manejados por los hilos del capitalismo, pegando disparos al medio que nos salva.  Como tocarle las palmas a la muerte; le vendemos el alma al que nos corta las alas y nos vacía la mente.

Si de verdad somos personas, ¿por qué nos hemos convertido en asesinos?

lunes, 20 de mayo de 2019

Sigue latiendo rabia


Volví a abrir el lienzo para dibujar mis traumas; en un alma pútrida no cabía la esperanza de dibujar más allá de la oscuridad. Grité a la nada a la desesperada, con la desesperanza del ahogo del silencio del que responde. Escupí un desierto de soledades; esculpí mi propio porvenir.

Volví a abrir un abismo para desdibujar mis grietas; en un pecho hundido solo pudo hacerse el hueco más profundo. Pude ver al destino cara a cara; vi el reflejo de la nada, pero me acostumbré a ella.

Y en ese espacio muerto, entre el invierno y un hueco vacío, he vuelto a abrir mis heridas. Me he partido en canal con la vulnerabilidad del que sabe que tiende su mano y le van a arrancar un brazo. Ha habido un instante que he creído en el amor; pero vino y se esfumó, con la inverosimilitud de todo lo que no existe.

Y en ese espacio muerto, entre el olvido y el tiempo, se han resignado mis ojeras. Ha vuelto la oscuridad a soplar mi nuca, acariciando tenue todos mis desánimos.

Y ahora sigue latiendo rabia después del tiempo; porque cae la noche y la soledad agarra mi cuello y aprieta asfixiando mi esperanza. Cayendo a bajo cero, hielo puro en puro intento de encontrar calor y abrasarme con las llamas de unas ascuas acabadas.

Y ahora sigue pasando el tiempo. Con los traumas, con las grietas y con la soledad de la mano calcinando un cuerpo helado.

miércoles, 23 de enero de 2019

Fuego.


A la tercera la vencida; cuando ya van más de cien no hay perdedores ni vencidos, solo suelo entre los dientes, valores malheridos.
Juego sucio y martes trece, mala suerte.
Y entonces el vaivén de las piernas colgando hacia el infierno, una mirada pérdida en el vértigo; sonrisa pícara y saludo a los lamentos.
Entiendes, que toca tirar los traumas al tablero, todo está tratado ya; tentar a la suerte y perder una vez más.
Y entonces se refleja una mirada cansada, y se tocan unas manos desoladas, y el alma tachada grita que quiere escapar. La calcinaron como leña con el fuego de inservibles que se creyeron la llama y eran toda esa toxicidad tan previsible. 
Reflejan ojeras densas y la rabia en carne viva; medianoche en la otra acera, cliente para una vida.