Seguidores

lunes, 31 de agosto de 2015

Condenados.

¿Alguna vez os parasteis a observar el asfalto correr desde el asiento trasero?, ¿o pensasteis en la posibilidad de que arrastre olor a plástico quemado, sangre de accidentes mortales o reflexiones de aquellos nostálgicos empedernidos que viajan? Quizá, estamos condenados a eso, a ser tan solo humanos y aún así regocijarnos en ello; condenados a no mirar más allá, a morir sin descubrir realmente lo bonito de la vida.
¿Alguno de vosotros alguna vez sintió cómo la rabia era la que manejaba el bolígrafo, o cómo dolía escribir aquellas frases? Quizá, estemos condenados a eso, a obligarnos a callar, a huir del dolor; condenados a no sentir, a no expresar.
¿Habéis conseguido alguna vez sentir la paz, o tan solo os condenasteis a observar lo que teníais delante? Quiero decir, ¿aspirásteis el olor a sal hasta calarse en vuestros pulmones cerrando los ojos poco a poco escuchando el romper de las olas y soltando el aire en un suspiro de placer o guardas en una foto la triste imagen de un horizonte que no te transmite nada, a ti, un condenado más?
¿Y, nunca fuisteis capaces de, alguna vez, plantearos lo ruin que es la vida cuando se pasa siendo esclavo de una ignorancia perpetua?
Considerarse tan solo un humano es vivir en una monotonía anclada a una sociedad mal estructurada que nos consume; es necesario abrir la mente y soñar despierto.
¿Si te hablara de volar me dirías que es imposible por ti mismo?
Cada cual deberíamos encontrar una forma propia de hacerlo sin levantarnos del suelo.