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lunes, 20 de mayo de 2019

Sigue latiendo rabia


Volví a abrir el lienzo para dibujar mis traumas; en un alma pútrida no cabía la esperanza de dibujar más allá de la oscuridad. Grité a la nada a la desesperada, con la desesperanza del ahogo del silencio del que responde. Escupí un desierto de soledades; esculpí mi propio porvenir.

Volví a abrir un abismo para desdibujar mis grietas; en un pecho hundido solo pudo hacerse el hueco más profundo. Pude ver al destino cara a cara; vi el reflejo de la nada, pero me acostumbré a ella.

Y en ese espacio muerto, entre el invierno y un hueco vacío, he vuelto a abrir mis heridas. Me he partido en canal con la vulnerabilidad del que sabe que tiende su mano y le van a arrancar un brazo. Ha habido un instante que he creído en el amor; pero vino y se esfumó, con la inverosimilitud de todo lo que no existe.

Y en ese espacio muerto, entre el olvido y el tiempo, se han resignado mis ojeras. Ha vuelto la oscuridad a soplar mi nuca, acariciando tenue todos mis desánimos.

Y ahora sigue latiendo rabia después del tiempo; porque cae la noche y la soledad agarra mi cuello y aprieta asfixiando mi esperanza. Cayendo a bajo cero, hielo puro en puro intento de encontrar calor y abrasarme con las llamas de unas ascuas acabadas.

Y ahora sigue pasando el tiempo. Con los traumas, con las grietas y con la soledad de la mano calcinando un cuerpo helado.