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lunes, 5 de septiembre de 2016

Desahogos.

Ella, que luchó tanto por ser la llama de fuego, cuando se quiso dar cuenta se había consumido siendo la cera deshecha de una vela sin cordel para prender. Hoy, sigue intentando tragar procurando no rasgarse la garganta con todo lo que acumula y la han visto por las noches ahogar pasados en copas y pesadillas en otras camas...pero no consigue huir, la cadena que lleva atada a sus pies es tan pesada que está estancada en un bucle repetitivo del que ya nadie es culpable, a pesar de que se libró de la soga que oprimiendo cada vez más le estaba quitando el aire, rompiendo el cuello, quitándole la vida presionando así tan a poquitos, día tras días.
Sé que después de luchar tanto por ser la pared erguida cuando me quiero dar cuenta soy ladrillos desparramados a golpes y patadas. Hoy, sigo intentando no ser ella pero hay mucho de tercera persona envuelta en el yo. Es inútil ser cobarde, llevo meses sin enfrentarme a la tinta por no tener que reconocerme, pero mírame, tengo unas ojeras malvas que desvelan que hay monstruos y pasado entre mis noches.
Soy rabia, la rabia contenida de un montón de odio que aún no ha salido de mi. Soy gritos, y lágrimas. Me convirtieron en venganza, alcohol y hielo, fría como la estaca que se clava. He aprendido a no creer, es más fructífero que luchar contra la sensación de terror que me produce una ilusión pero hay un hueco ahí tan plagado de ausencia que me mata.
Tengo errores incrustados tan adentro que no alcanzar a arrancarlos me va a llevar a la locura, tengo tanto reprimido en mis adentros que como algún día estalle no voy a ser llama, voy a ser incendio.