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domingo, 26 de agosto de 2018

El ring de una vida.


Escupirán tus ruinas dejando más colillas y menos piedras en tu terreno de fango y escombro. 

Crónicas del desajuste de una vida, siguiendo las coordenadas equivocadas entre un medio tóxico. Entorno con hedor del veneno que emana de un suelo embarrado que te hace caer y arrastrar todo lo que va pesando en la espalda.
 Tirando de la cuerda de la desesperación, soltando la esperanza de la mano y expulsando los suspiros con menos oxígeno de esta milla.

Pero hay que seguir hacia el norte porque no entra en los planes colgar los guantes. La pelea continua después de la hostia y la estocada. El ring, el público, la sangre y la lucha no se esfuman. Te levantarás sin fuerza, pero con rabia; con las manos libres para aferrarte a la oportunidad de pillarle por la espalda o morir. Entonces se pelea porque la rendición es la muerte más amarga que existe y después de tragar saliva contaminada y morder el suelo; el grito, la furia y el hambre crecen.

Y le pegas fuerte a la vida porque no te queda otra. Aunque sabes que ella se volverá a enfrentar tarde o temprano, y en una de esas revanchas te noqueará, y te dejará mas seco que un río sin lluvia.

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