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miércoles, 23 de enero de 2019

Fuego.


A la tercera la vencida; cuando ya van más de cien no hay perdedores ni vencidos, solo suelo entre los dientes, valores malheridos.
Juego sucio y martes trece, mala suerte.
Y entonces el vaivén de las piernas colgando hacia el infierno, una mirada pérdida en el vértigo; sonrisa pícara y saludo a los lamentos.
Entiendes, que toca tirar los traumas al tablero, todo está tratado ya; tentar a la suerte y perder una vez más.
Y entonces se refleja una mirada cansada, y se tocan unas manos desoladas, y el alma tachada grita que quiere escapar. La calcinaron como leña con el fuego de inservibles que se creyeron la llama y eran toda esa toxicidad tan previsible. 
Reflejan ojeras densas y la rabia en carne viva; medianoche en la otra acera, cliente para una vida.

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