Tiempo, que no perdona y mata; que no cura y no sana. Algo
que se aprende como gaje del oficio, o como consecuencia del paso… de la vida. Esa
que pasa, que pesa que pisa mientras uno se resigna. Aprender a tragar,
asentir, aceptar. Y una mierda… aprender a callar, pero a callarles esas bocas
ajenas que solo escupen bazofia; y romper esquemas. Simple, sencillo y fino como
el borde del vinilo que reproduce bombo y caja de fondo. Sonando paralelo a
nuestro mundo de ignorantes que no escuchan ni una letra protestante, que no
leen ni un verso que proyecta la realidad que ven, pero que se niegan a
observar. Caja tonta que os atrofia la cabeza, mundo inculto que se doblega a
los pies de la realeza, putas y lujos que sacan de una parte del salario que el
que curra no recibe. El individualismo va a matar al ser humano pero sigamos
mirando nuestros pies que ya nos toparemos con los muros que delimitan a la
patria de cada cual, ya que no somos personas sino españoles, franceses, húngaros,
estadounidenses, mejicanos o sirios. Y ahora sonreírle a vuestra bandera y
sentiros orgullosos que la vida pasa y pesa… y pisa y cuando estéis en la caja
de la muerte ya será tarde para levantar el puño y luchar.
Y ya no hablemos del amor, si estamos en tiempos de odio. Amor
líquido que decía Bauman y que generoso, si el toxicismo apesta en las nuevas
generaciones. Si solo confío en el amor propio y también me lo destrozaron.
Cortar alas, poner sogas y tirar para apretar, ahogar poco a poco. Supone
escapar a tiempo o morir en el intento y después… a seguir la vida que pasa que
pesa y que pisa, huyendo, por miedo a que te pisen, te pasen por encima y te
pese toda la culpa cuando tú solo buscas querer y dar. Con una venda en los
ojos y otra en la boca y los pies puesta por el otro. Y eso, que el tiempo
corre pero no cura como decían, porque este cabrón discurre pero el daño nunca
se esfuma y el miedo irradia con la rabia. Por mucho que la raja de un cuchillo
cicatrice siempre dará escalofríos recordar como la hoja afilada atravesaba la
piel. y por ello perder la fe en el mundo y ponerla en uno mismo, porque
quererse es el pilar fundamental de una libertad que todo tu alrededor intentará
arrebatarte.
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